Nunca es tarde: Sexo maduro
Una pareja sonriente, de edad madura, bien vestidos y con aspecto tranquilo, se sientan en la consulta.
-¿María y Pedro? La pareja asiente.
María es delgada, de mediana estatura, seguramente mayor de lo que aparenta, su expresión es relajada, cordial, sus ojos miran a su pareja con complicidad.
Pedro aparenta más edad, es corpulento, tiene un aspecto menos relajado, lo denotan sus manos cerradas y tensas, y su tórax y cabeza demasiado erguidos.
Comienza María:
– Verá Dra. Llevamos casi 40 años juntos, venimos porque queremos información y consejos para mejorar nuestra vida sexual.
Pedro asiente y María continúa:
– No es que tengamos ningún problema en concreto, pero ahora que tenemos tiempo y todavía nos sentimos jóvenes; creemos que podemos disfrutar más del sexo.
Se produce un corto silencio. La terapeuta dirige su mirada a Pedro invitándolo a participar en la conversación.
-Es lo que ha explicado mi Sra., ahora estamos bien, pero hemos pasado temporadas muy difíciles. Hace seis años que le diagnosticaron un cáncer de mama. María lo pasó mal con el tratamiento: primero con la quimioterapia, y después con el tratamiento farmacológico durante cinco años. Afortunadamente ahora ya está bien. ¡Ella siempre ha sido muy fuerte y muy valiente!
¿Qué más sabemos de Pedro y María?
Los dos tienen 67 años, han trabajado de profesores de instituto y, ahora, están jubilados.
Tienen dos hijos y tres nietos, que viven en Italia. Se ven a menudo ya que, o ellos vienen o Pedro y María se desplazan a visitarlos.
Tienen una activa vida social: cine, exposiciones y, de manera periódica, se reúnen con un grupo de parejas cristianas que realizan voluntariado social.
Se conocieron en la universidad y desde entonces han estado juntos. Para María, Pedro fue su primera pareja. Él tuvo algunas relaciones esporádicas anteriores pero sin importancia.
Los dos han tenido una educación religiosa y se consideran católicos practicantes. Sus relaciones sexuales hasta “el parón del cáncer” fueron satisfactorias, aunque creen que un poco monótonas.
Su actividad sexual siempre ha sido compartida, no practican la masturbación de forma individual.
Con la información disponible:
¿Qué reflexiones sugiere este caso? ¿Cuáles son las ideas claves para su abordaje?
Esta pareja ha pasado por un proceso de una enfermedad grave y al remitir la enfermedad se sienten liberados y con ganas de vivir, descubrir y experimentar cosas nuevas.
La buena relación de pareja basada en el cuidado mutuo, en la comunicación y en el saber compartir no solamente dolor y responsabilidades sino también los momentos de ocio y de alegría, nos explica por qué esta pareja acude a la consulta.
Por regla general la pareja que funciona bien con el paso del tiempo se mantiene unida al compartir ternura, confianza, respeto mutuo, cuidado reciproco…e intereses de ocio comunes, y a pesar de que la intensidad del deseo sexual inicial disminuye intentan mantener una sexualidad satisfactoria.
Las ganas de vivir, después de un proceso traumático como ha sido el cáncer, el miedo a la pérdida de la compañera y a la propia vida, se extienden a querer mejorar la vida sexual. Saben, y así lo verbalizan en varias ocasiones, que disfrutar de una sexualidad satisfactoria aumenta el vínculo y el afecto de la pareja.
Otro elemento a tener en cuenta y que favorece el buscar soluciones cuando hay problemas o el deseo de mejorar, es el mantenimiento de actividad sexual periódica y gratificante como ocurre en este caso, que además han sido capaces de adaptarse también a circunstancias adversas como fue el tiempo en que la enfermedad y el tratamiento estaban más activos.
Estos datos nos indican que para ellos la sexualidad de la pareja es importante.
En este caso sus creencias religiosas no han sido un impedimento. Son dos personas creyentes y practicantes que creen en el amor de la pareja y han integrado el sexo como un acto de amor y de compromiso.
Tenemos ya suficiente información para saber:
¿De qué problema sexual se está hablando?
continuara…