
Primer caso: De la relación entre un vaginismo, Julia, una mujer de 53 años, y romper barreras.
He pensado que sería interesante escribir sobre prototipos de pacientes que acuden a una consulta de sexología clínica.
Los motivos son por un lado desmitificar, y mostrar que cualquier persona en un momento de su vida puede necesitar ir a un sexólog@ y, por otro lado, aprovechar para abordar de una manera sencilla problemas sexuales frecuentes que llegan a deteriorar mucho la calidad de vida de las personas que los padecen.
Empecemos en la sala de espera:
Una mujer ojea nerviosamente una revista. De repente se levanta, va hacia la recepción y le pregunta a la secretaria si ha de esperar mucho rato.
-No se preocupe -contesta la secretaria-, ahora mismo la acompaño a la consulta, la están esperando.
Las dos mujeres caminan hasta la consulta que se encuentra al final del pasillo.
La mujer se llama Julia y aparenta unos 50 años. Entra decidida, saluda a la terapeuta y se sienta apoyando las manos sobre la mesa. La mira directamente y comienza a hablar sin dar tiempo a que le pregunten sobre el motivo de la visita.
– Tengo un problema de vaginismo, hace una pausa y continúa, lo he leído en internet, nunca he podido tener relaciones con penetración, nunca he podido introducirme nada dentro de la vagina, ni un dedo, ni un tampón ¡Ahora, quiero solucionarlo!
Julia deja de hablar, se relaja en la silla, respira y observa la respuesta de la profesional.
-Me dice que nunca ha podido tener relaciones con penetración. Entonces me imagino que lleva mucho tiempo con este problema. ¿Ha ocurrido algo que ha motivado que ahora esté tan decidida a solucionarlo?
-Quiero tener relaciones con una persona a la que he conocido hace poco tiempo y de la que me he enamorado, una persona que no es mi marido.
¿Qué más datos sabemos de Julia?
Julia tiene 53 años, es profesora, está casada desde los 24 años.
Se define como una persona alegre, vital, inquieta y, desde hace unos meses, muy feliz.
Ha recibido una educación religiosa, está convencida de que este hecho ha tenido y tiene una gran influencia en su vida.
Durante la adolescencia tuvo varios amores platónicos, pero nunca tuvo relaciones sexuales excepto con su marido.
Comenzó a masturbarse muy tarde, cuando ya llevaba años de casada.
Se casó joven, con los años ha sabido que nunca estuvo enamorada de su marido.
Hace 11 años estuvo más de seis meses separada, ella se fue de casa pero volvió. Explica que no sabe porqué sigue casada con él, dice que no tienen nada en común. Hace años que no tienen sexo, hacen vidas prácticamente separadas, ya no le afectan sus reproches, también ha dejado a un lado la depresión y la culpabilidad.
– A él le va bien estar conmigo, tiene la comida hecha y la ropa planchada. Siempre me ha echado en cara que no era una mujer, que era mi culpa el no poder tener relaciones. Él nunca me ha acompañado cuando he intentado solucionarlo. Ahora se imagina que hay alguien, sabe que me he ido algunos fines de semana, y me ve chatear cada día, hace comentarios jocosos -Qué, ya te pones con tu “amigo”.
– Mi relación con él no me importa, no existe. Ahora estoy enamorada, es la primera vez que siento algo así. Sé que es una situación muy difícil, él no es de aquí, tiene una cultura y una manera de vivir totalmente diferente; también es mayor que yo, pero me da lo mismo, nunca me he excitado tanto con unas palabras, con una mirada… Solamente hace unos meses que nos conocemos, hemos estado juntos en dos ocasiones, pero nunca he disfrutado tanto. Estoy decidida a solucionar el tema, ya he comenzado a introducirme el dedo en la vagina. Para mí, hace meses, esto era impensable.
¿Qué reflexiones nos sugiere este caso? ¿Cuales son las ideas claves para abordarlo?
El elemento más importante y que va a ser el determinante en la resolución del vaginismo es la motivación de Julia. Motivación derivada del enamoramiento que siente.
Recordemos que el vaginismo es una respuesta fóbica, un miedo irracional que bloquea a la persona. La voluntad de superarlo se ve favorecida y reforzada por el resultado que quiere conseguir: poder tener relaciones coitales con la persona de la que está enamorada.
Antes de acudir a la terapia ya se ha informado y ha conseguido introducirse un dedo en la vagina, cosa que no ha conseguido en todos estos años.
Como antecedentes sexuales de interés, podemos reseñar el desconocimiento de la sexualidad y de la respuesta sexual de nuestra paciente. Empezó las prácticas sexuales con su marido, era una persona inexperta y siempre ha delegado su sexualidad en él.
Julia comenta que es la primera vez que se enamora. Ha estado muchos años viviendo una mala relación de pareja y no se ha permitido enamorarse hasta los 53 años.
Esta edad coincide con el climaterio, una etapa crucial para la mayoría de las mujeres, pero no solamente en lo que al tema hormonal se refiere. El climaterio, es una etapa en que la mayoría de mujeres experimentan una crisis vital, es una etapa en que han de recolocar su rol social, familiar y de pareja. Una etapa dónde se realiza un balance de la vida vivida, y se mira hacia la que queda. El climaterio es una época de asertividad y de reflexión, de rebeldía, de conflictos, de cambios físicos y psíquicos, pero también de introspección, claridad de pensamiento, de plenitud, reafirmación y madurez.
Julia está en este momento, y es en este momento cuando se ha dado cuenta de que no le gusta la vida que está viviendo, y también es en este momento cuando se ha “dado permiso” para enamorarse y romper barreras.
No se siente culpable por tener un amante, es más, de alguna manera no lo oculta, quiere disfrutar y vivir al máximo
Tiene relaciones sexuales on line, la red la protege, las palabras le dan libertad. Experimenta y descubre su sexualidad, se siente mujer y aumenta su autoestima
En el próximo post hablaremos del problema que nos plantea Julia: El vaginismo.
Dra. Francisca Molero
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Esxcelente manera de hablar y enseñar de un tema.
Me encantó…entretenido y útil.