Los nuevos comportamientos sexuales y de pareja que están apareciendo, ¿tienen importancia evolutiva para el desarrollo humano?
Reflexiones y otras preguntas:
El cuerpo y la mente son fruto de la evolución. Las teorías evolucionistas han intentado explicar las diversas fases evolutivas de los seres humanos, así como comprobar cómo surgieron algunas de las características biológicas que nos definen como especie.
Estas teorías han tenido enfoques más biologistas, que han enfatizando a la biología y a la genética como la base de la evolución, y enfoques más ambientalista que consideran la influencia del ambiente como el elemento principal en la evolución.
Los Enfoques biologistas intentan explicar nuestra conducta sexual basándose fundamentalmente en lo innato. Plantean que nuestra conducta sexual está preprogramada en el cerebro y no depende de influencias externas.
Los Enfoques más ambientales asumen que la totalidad de nuestra psicología sexual comenzando por el reconocimiento de la propia masculinidad y feminidad, está configurado por el entorno del individuo y es el resultado de las influencias combinadas de familia, amistades, educadores y la sociedad en general
La psicología evolucionista es una nueva corriente que se está abriendo camino para explicar nuestra sexualidad. Afirma que muchas de nuestras motivaciones inconscientes son además tan instintivas como las de cualquier animal y, que nuestro comportamiento es en gran medida innato y producto de la selección natural darwiniana
Propone que la psicología y la conducta de los humanos y de los primates pueden ser entendidas conociendo su historia evolutiva. Explica que la mente de los humanos y de los primates está compuesta de muchos mecanismos funcionales, que son mecanismos psicológicos que se han desarrollado y evolucionado para ser útiles para la supervivencia y reproducción del organismo, y lo han hecho mediante selección natural Estos mecanismos son universales en cada especie con excepción de las diferencias que aparecen entre sexos y edades. Dentro de estos mecanismos psicológicos evolucionados, se admite sin controversia la audición, la visión, la memoria o el tono muscular, más controvertidos son los módulos mentales responsables de las diferencias entre hombre y mujer en aspectos relacionados con las conductas sexuales o habilidades cognitivas…
Donald Symons, en su libro “Evolution of human sexuality”, afirma que las normas sociales son el resultado del equilibrio resultante de la colaboración y el conflicto entre individuos cuyos cerebros ejecutan las adaptaciones mentales creadas por selección natural. Dichas adaptaciones se entienden como diseñadas para optimizar las posibilidades de supervivencia y reproducción en el entorno primitivo
Como resumen a todo lo expuesto anteriormente podríamos decir que la evolución en general está condicionada por la historia evolutiva previa de cada especie y por las ligaduras biológicas heredadas. En la evolución no todo es biología, ya que los aspectos culturales, éticos y el aprendizaje repercuten sobre la descendencia de los seres humanos.
Si nos referimos a la sexualidad, desde el punto de vista de la biología, nadie mejor que A. García Leal, en su libro “La conjura de los machos”, para explicarnos que la sexualidad humana, se revela como un auténtico rompecabezas evolutivo, que constituye un complejo único de caracteres que no encaja bien en ningún modelo de animal conocido. En el cual la libido como instinto básico es importante pero también lo es el sentimiento.
Es evidente el profundo efecto moldeador que el proceso evolutivo ha ejercido sobre el comportamiento sexual humano. Nuestra reproducción por el hecho de ser sexual genera una mayor variabilidad de sujetos con características distintas a las de sus progenitores; mientras que en la reproducción asexual la única variación proviene de las mutaciones. Sin embargo, una mayor variedad no tiene que implicar necesariamente mayor adaptabilidad. Pero algunas ventajas de adaptabilidad tiene que tener la reproducción sexual cuando nuestros antepasados adoptaron en algún momento esta estrategia reproductiva que hace que los seres humanos estamos programados para ser hembras o machos.
Las semejanzas o diferencias entre hombres y mujeres son morfológicas y no de contenido genético.
Algunos ejemplos del efecto moldeador que ha ejercido el proceso evolutivo podemos verlos en la ausencia de pelo en los genitales y zonas erógenas posiblemente relacionado con el protagonismo de lo visual en la llamada sexual primitiva; o en la liberación de endorfinas que generan placer en la actividad sexual, consiguiendo que el hombre no se olvide del sexo, y siendo diferente a un intercambio mediado sólo por el de la época de celo.
Seguramente también estará en la historia evolutiva el gusto por los perfumes y los abalorios, el disfraz, el dejar entrever, las miradas…Todo lo que comporta seducir, gustar a nuestras parejas, necesidad de estar juntos y disfrutar del placer sexual, podría formar parte de restos de nuestro pasado evolutivo del cortejo reproductor.
Otros ejemplos tienen que ver con aspectos más emocionales. No siempre se elige a la persona con mejor potencial biológico, otros atributos como la inteligencia, el poder o el reconocimiento social, pueden determinar la elección de esa persona y por tanto la posibilidad de que sus genes se perpetúen. A las personas también les mueve el sentirse queridas, entendidas, seguras…Es quizás por ello que en muchas ocasiones las características socio-culturales priman sobre las características biológicas. Una vez más “El sexo determina la evolución biológica”.
Las manifestaciones sexuales del hombre, a lo largo de su historia, han variado. Sin embargo, actualmente hay una tendencia que nos hace creer que hay en todo esto un progreso, un avance, que ahora nuestra sexualidad, por ser moderna, es mejor que la de nuestros padres. Como mínimo esto es discutible, si entendemos que la vivencia de la sexualidad es muy subjetiva y siempre ligada a un entorno socio-cultural que la normaliza y la regula.
Y si, nuestra sexualidad es inseparable de nuestro pasado evolutivo:
¿Es posible que actualmente sigan vigentes prácticas y comportamientos sexuales que se hayan perpetuado amparados en ideología moral o religiosa y que no sean válidos o que tengamos que cambiar?
¿Ha desplazado la pareja sensorial a la romántica?
Y por otro lado ¿los nuevos comportamientos sexuales y de pareja que están apareciendo tienen importancia evolutiva para el desarrollo humano?
Si ya no se necesitan los mejores genes para perpetuarse, ¿Qué elegiremos en nuestras parejas?¿Son necesarios los vínculos sólidos?
¿Es el riesgo, la emoción, la pasión lo que nos mueve?, y cuando disminuye en intensidad ¿la abandonamos?
¿Hemos cambiado la dependencia emocional por la dependencia sexual?
Dra. Francisca Molero