La Infidelidad Como Causa de Divorcios en Chile y Sus Efectos en la Familia y Sociedad
“El matrimonio es una cadena tan pesada que hacen falta dos para llevarla; y algunas veces tres”
Alejandro Dumas
Cada año que pasa nos permite recoger una serie de datos que traducimos como indicadores de lo que está sucediendo en el mundo y en nuestro país. Con respecto a matrimonios y divorcios sucede lo mismo, sólo que con cada ciclo las cifras nos dejan con mayor sensación de desesperanza: disminuyen las uniones y aumentan los quiebres y lo alarmante es que una de las causas que ha entrado a jugar un rol fundamental en que estas cifras sean tan altas es la “infidelidad”.
Sabemos que la infidelidad no es un elemento nuevo en la historia de la humanidad, en las relaciones en general ni mucho menos en las de pareja en particular. Como dice Pittman “La infidelidad es tan común que ha dejado de constituir una desviación. Mas no por ello deja de ser problemática”(Pittman, 2003a). Si bien la prevalencia de la infidelidad es alta, no podemos dejar de lado los efectos colaterales que ella produce en la pareja, en el infiel, en el engañado, en los hijos y como esos daños van a repercutir en el tipo de sociedad que estamos formando.
Podemos obtener datos objetivos confiables y entender que el fenómeno de la infidelidad es más común de lo que nos gustaría creer, pero no por ello debemos permitirnos como sociedad acomodarnos a la idea de que por su alta frecuencia y presencia histórica es parte normal de nuestro registro cultural sin siquiera intentar cuestionárnoslo.
Las consecuencias negativas de cualquier separación o divorcio son profundas y dolorosas, pero cuando un matrimonio termina, ¿importan las causas del quiebre? ¿Es lo mismo terminar una relación por falta de cariño, admiración, respeto o compromiso a que se termine por una infidelidad? Si la infidelidad es la causante de un quiebre, ¿esa pareja podrá mantener su rol parental sin daños? ¿Los hijos pueden mantenerse al margen de éste tipo de quiebre? ¿El cónyuge engañado puede o quiere proteger la imagen del infiel frente a los hijos y la familia? ¿Podríamos encontrar mayor porcentaje de triangulación en familias con quiebres por infidelidad? ¿Se podría dificultar realizar una separación colaborativa cuando la infidelidad es la causante de la separación? Son muchas las interrogantes que aparecen frente a este fenómeno que, podrá ser común, pero no por eso menos nefasto y preocupante.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española; el vocablo Infidelidad, proveniente del latín infidelĭtas, -ātis, denota el incumplimiento del compromiso de fidelidad o la falta de ésta (Real Academia Española). Por consiguiente, puede significar la carencia de lealtad o quebrantamiento de la misma hacia cualquier compromiso moral como la religión, la amistad, el matrimonio (situación que se conoce como adulterio) o cualquier otra relación amorosa o erótica.
Con sólo buscar: Biblia/ génesis/ Adán/ Eva/ manzana, podemos encontrar el primer acto de infidelidad (no matrimonial) que baña toda nuestra cultura cristiana occidental, la primera “violación de un convenio, una defraudación o traición de una relación”(Pittman, 2003a). Desde ahí en adelante los ejemplos son innumerables y se pone en manifiesto la dificultad que presenta para el hombre el cumplir con sus compromisos, como dijo Nietzsche “Los seres humanos son animales que hacen promesas” pero nada dijo de la capacidad de éstos para cumplirlas.
Si llevamos el compromiso de la fidelidad al contexto específico del matrimonio, dónde no sólo existe el pacto tácito de la fidelidad entre la pareja, si no que también un juramento legal (matrimonio civil) y en algunos casos se suma el compromiso espiritual (matrimonio religioso) donde suponemos que la elección de pareja es libre y guiada por el amor, pareciera ser que, paradójicamente en este contexto, de actos voluntarios, es donde este compromiso más sufre las posibilidades de ser traicionado, sus efectos son más devastadores y exponenciales ya que no afectan sólo a la pareja, si no que a los hijos y a las familias de origen, dejando familias quebradas que dado el trauma no cumplen con las responsabilidades que la sociedad espera de ellas.
Intentar encontrar las razones de por qué la infidelidad tiene tanta prevalencia en nuestra sociedad y el por qué los casos van en aumento, necesita de un estudio profundo y que incluya los aspectos bio-psico-socio-culturales de los individuos y probablemente en cada una de estas áreas encontremos más de alguna respuesta. Así por ejemplo, desde la teoría evolutiva encontramos la explicación de que “Hombres y mujeres llevamos instrucciones promiscuas en nuestros genes, que la naturaleza permite perfectamente desvincular amor de reproducción y que nuestros instintos más básicos pueden no encontrar conflicto alguno entre sentirnos apegados a nuestra pareja al mismo tiempo que estemos deseosos de procrear con otra”(Estupinya, 2013). Desde un punto de vista psicológico; Cuando la relación primaria es incapaz de llenar ciertas necesidades, el ser humano se encuentra motivado a buscar los satisfactores que requiere para cubrir sus carencias incluso fuera de la relación establecida. O También podemos encontrar que los patrones sociales según la cultura han transmitido generacionalmente la idea de que la infidelidad no es incorrecta mientras se haga de manera “correcta”(Lewandowsky & Ackerman, 2006).
Lo que hoy en día sí sabemos, son los efectos de la infidelidad. Sabemos que el alcance de sus secuelas se pueden observar en niveles cognitivos, emocionales, conductuales e incluso fisiológicos. Es tal la alteración que provoca la infidelidad en los engañados que los desestructura y desequilibra. La traición menoscaba la confianza y la seguridad, ataca la autoestima, haciendo sentir a las personas inferiores y entrar en una especie de incongruencia emocional que suele durar varios meses o que según la estructura de personalidad, puede durar años. Por otra parte, los hijos comienzan a vivir entre ocultamientos y mentiras, siendo testigos de las incongruencias y labilidades emocionales de sus padres. No pueden confiar en nadie, se vuelven inseguros y dependientes, aumentan las conductas agresivas y regresivas e incluso son niños que en la adolescencia presentan mayores tasas de suicidios y en ellos un efecto común de la infidelidad parental es la herencia de la conducta adúltera (Pittman, 2003b). Según Pittman, los hijos de padres infieles necesitan igual tipo de ayuda que hijos de padres alcohólicos ya que las dinámicas de engaño, secretos y amenazas constantes afectan a la estabilidad familiar y conyugal, lo que no difiere en el tipo de secuelas en lo más mínimo en ambos casos (Pittman, 2003b). Junto con este escenario en la familia nuclear, la familia extensa también sufre de los efectos del adulterio, teniendo que contener, proteger y muchas veces formar alianzas contra el infiel. Pittman es categórico en señalar que “La infidelidad es la principal disociadora de familias, la experiencia más temida y devastadora en un matrimonio. Es la justificación de divorcio más universalmente aceptada”(Pittman, 2003a).
Un análisis estadístico preparado por www.separadosdechile.cl, respecto al actual indicador de quiebres matrimoniales en Chile, reveló que, de acuerdo a datos de causas de separación matrimonial ingresadas el año 2013 al Poder Judicial y matrimonios celebrados en el Registro Civil, en el mismo período, nuestro país registra ese año un preocupante indicador de rupturas matrimoniales, equivalente a 106 separaciones legales por cada 100 matrimonios celebrados ante un oficial del Registro Civil. A su vez, del estudio de 1.890 solicitudes de información sobre el proceso de divorcio que recibieron en el portal web entre enero y septiembre 2013, se desprende que las infidelidades han sido la causa basal de 67% de las separaciones conyugales ocurridas en 2013 y entre éstas, la esposa figura en 7 de cada 10 casos (71%) como la culpable del engaño extramarital”(Viteri, 2013).
Las cifras son alarmantes, en nuestro país no sólo las infidelidades van en alza si no que en la mayoría de los casos las protagonistas son mujeres ¿Qué está pasando en nuestra sociedad que el valor de los vínculos y de los compromisos pueden salir a transarse al mejor postor? La visión cuantitativa es desmoralizante, pero es necesario hacer también una mirada crítica con respecto a lo cualitativo. ¿Qué pasa con esas familias luego del quiebre por infidelidad y qué pasa con esos hijos? Si la familia es la responsable de desarrollar capitales familiares, suma de todos los capitales, humanos, sociales, educativos y financieros(Vidal Fernández, 2012), ¿Cómo ese 67% anual de familias chilenas rotas por una infidelidad puede desarrollar esos capitales y qué tipo de capital humano se está formando? ¿Cuáles van a ser las repercusiones a corto y largo plazo con esos hijos de la infidelidad? ¿Cómo se educan las confianzas básicas si los adultos que deben entregarlas a sus hijos no lo han sabido hacer? ¿Deberíamos no sorprendernos y esperar que nuestra sociedad sea cada vez más infiel hasta darle un espacio de normalidad?
Conclusión
Estamos viviendo en una sociedad con alta tasa de divorcialidad, donde mas del 50% de los matrimonios fracasa y en dos tercios de ellos la causa es la infidelidad. La baja tolerancia a la frustración, la cultura de lo desechable, la falta de comunicación y de compromiso pudieran ser algunos de los gestores de estos fracasos. Pareciera que como sociedad estamos fallando en educar en pos de tolerar, arreglar, comunicar y comprometer.
Vimos que la infidelidad es un proceder histórico en la humanidad y que las causas son muy variadas, pero no podemos conformarnos con normalizarla ni sólo mirar estadísticas de lo que está sucediendo en nuestro país y no hacer nada, debemos buscar razones, idealmente entregar apoyo y encontrar posibles soluciones para disminuir las cifras. El costo emocional y social de esta causa de divorcio pone en jaque los valores que como sociedad necesitamos imprimirle a las personas. Las familias se ven incapacitadas para cumplir su rol como formadoras de capital humano por que están inmersas en la destrucción y no cuentan con el apoyo para salir de esta crisis.
Desde mi experiencia en el trabajo con parejas, la diferencia según la causa del quiebre es abismal, en aquellas que han sido victimas de la infidelidad que llegan buscando trabajar en una separación colaborativa, poder intervenir se hace muy dificultoso ya que en ellas se ha instalado el odio, la sed de venganza que lleva muchas veces a utilizar y triangular a los hijos con ese fin, mientras que las ganas de colaborar realmente no existen. El subsistema parental se encuentra también bajo los efectos del engaño, hace falta un largo trabajo con el cónyuge engañado para restituir no sólo la confianza sino que, más básico aún, la autoestima. He visto los efectos de la infidelidad y los altos costos que cada uno de los miembros debe pagar, pero ese costo se multiplica en los hijos, que son finalmente los que viven la sensación agonizante de ver que sus vidas se ven destruidas una y otra vez por los arranques de rabia y odio de alguno de sus padres. A mi parecer, todo el dolor que significa a una familia la separación o divorcio, no se compara a cuando la causa es la infidelidad.
Denisse Hasbún
Coach de parejas
Bibliografía
Estupinya, Pere. (2013). Sexo en la Evolución. In Debate (Ed.), S=EX2 La Ciencia del Sexo (pp. 216-222). Barcelona: Random House Mondadori.
Lewandowsky, G.W., & Ackerman, R.A. . (2006). Something’s Missing:Need Fulfillment and Self expansion as Predictors of Susceptibility to infidelity. . The Journal of Social Psychology, 146(4), 389-403.
Pittman, Frank. (2003a). ¿Qué es la infidelidad? (Zoraida j. Valcárcel, Trans.). In Amorrortu (Ed.), Mentiras privadas: la infidelidad y la traición de la intimidad. (pp. 17-30). Buenos Aires.
Pittman, Frank. (2003b). ¿Qué pensarán los hijos? (Zoraida j. Valcárcel, Trans.). In Amorrortu (Ed.), Mentiras privadas: la infidelidad y la traición de la intimidad. (pp. 260-274). Buenos Aires.
Real Academia Española, (RAE).). Definición de «Infidelidad». Acceso en junio 2014 en http://lema.rae.es/drae/?val=infidelidad
Vidal Fernández, Fernando. (2012). La Familia Ante la Crisis: De Víctima a Alternativa Social. Paper presented at the Cátedra Universidad Pontificia Comillas, Madrid., Aula de Teología.
Viteri, Ricardo. (2013). En Chile, por cada 100 matrimonios, 182 piden el divorcio. Acceso en 6 de junio en www.separadosdechile.cl
Excelente artículo Denisse
Es un tema que no deja indiferente a nadie porque como vemos cada día aumentan los porcentajes y con ello las secuelas en el ámbito perdonal y familiar.