Realmente un concepto muy interesante, lo mismo que el artículo “la era de las microagresiones” publicado por Begoña Gómez Urzaiz.
Cada día sin ser conscientes hacemos y recibimos microagresiones, pero estamos absolutamente tan imbuidos de estereotipos y prejuicios que la mayoría de las veces no nos damos cuenta.
En el fondo siempre es lo mismo, lo que se refuerza y con lo que se compara es lo que ostenta poder de cualquier tipo. Ese es el patrón, todo lo demás está en una posición de inferioridad y de una u otra manera, cada día, lo hacemos patente.
Las conductas agresivas y discriminatorias tienen la capacidad de producir respuestas de la persona agredida o de algunas personas que se dan cuenta de ellas. Incluso suele haber cierta respuesta social institucional ante determinados comportamientos xenófobos y discriminatorios sobre todo cuando comportan violencia física o incluso la muerte.
Pero en cambio las microagresiones no nos alertan, es más, muchas veces nos convertimos en reforzadores o replicadores de ellas, siendo precisamente ellas las que consolidan y alimentan las conductas más agresivas.
Son precisamente ellas, porque cualquiera de nosotros, aunque nos creamos ecuánimes e igualitarios, las tenemos interiorizadas y si no es el caso, no solemos reaccionar ante ellas porque “no les damos importancia”, pero indiscutiblemente la tiene, ya que son la base de la desigualdad y la violencia.
Una de mis colegas, Miriam Ortiz, psicóloga y sexóloga mejicana, lo tiene muy claro, fue una de las primeras personas que en su muro de facebook compartía frases como “No quiero tus piropos, quiero tu respeto”. Reconozco que la primera vez que lo leí, me sorprendió. Quizás porque me parecía que estaba ya lejos de mi realidad y de repente me volvía a ella. La palabra piropo me parecía antigua, la palabra respeto me parecía presente. Me di cuenta en unos segundos de que ni la palabra piropo estaba extinguida ni la palabra respeto estaba en el presente.
Otra de mis colegas la Dra Raquel Tulleuda, médica y sexóloga me comentaba tomando un café, que ahora que tenía hijos pequeños leía cuentos y veía con ellos programas infantiles y se daba cuenta de cómo seguían vigentes los mismos estereotipos discriminatorios de género, de etnias, de clases sociales…
Quizás por eso al leer el artículo de Begoña Gómez, he pensado en lo positivo que es difundir el concepto de microagresiones. Es una manera de empezar a sensibilizarnos desde la raíz, estando más pendiente de esas manifestaciones que aparentemente “divertidas, halagadoras, ingenuas…”tienen el poder y la fuerza de mantenernos desiguales, discriminados, discriminadores y en ocasiones agresores.
Puede ser un buen ejercicio estar alerta durante unas horas a las microagresiones que podemos identificar. Ello nos puede ayudar a cambiar.
http://everydaysexism.com/index.php/about
http://nortonism.tumblr.com/tagged/microaggression
Francisca Molero
Directora del Instituto Iberoamericano de Sexología