Aumentan los casos de hombres que cada vez tienen menos ganas de tener sexo con su pareja
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La semana pasada conversando con Beatriz Garcia Portalatin, redactora y periodista, me preguntaba sobre un tema que le había llamado la atención en el programa científico del último congreso español de la Federación de Sociedades de Sexologia.
El tema en cuestión era sobre la falta de deseo sexual en los hombres. ¿Qué está ocurriendo para que esté aumentando esta demanda en las consultas?
Los clínicos hace tiempo que estamos tratando este problema, y siempre lo hacemos de una manera individualizada, adaptando la terapia a las características de cada paciente, pero también es cierto que es un tema que se empieza a debatir en los foros profesionales, reflexión y puesta en común contextualización, factores etiológicos, tratamientos…
De esa conversación describo aquí algunas preguntas y consideraciones que pueden ayudarnos a reflexionar sobre este tema.
La primera pregunta es saber el porcentaje de hombres que lo padecen.
No lo tenemos nada claro, no hay demasiados estudios serios, ni tenemos datos generales
¿Qué nos dicen los estudios?
Sabemos que la prevalencia se calcula entre el 5 y el 15%, que es un trastorno que aumenta con la edad, aunque en las consultas lo que más veamos son adultos jóvenes normalmente menores de 40 años, y que normalmente se acompañan de otros trastornos sexuales, problemas crónicos de disfunción eréctil o eyaculación precoz pueden producir a la larga bajo deseo sexual.
Sabemos que los medicamentos antidepresivos, ansiolíticos, los anti andrógenos, algunos analgésicos pueden intervenir en su aparición, también el alcoholismo y otras drogas, determinadas enfermedades, sobretodo la depresión, la deficiencia de testosterona, el estrés, el cansancio…
Todos esos factores y muchos otros sin duda están implicados, pero todos ellos son de algún modo previsibles ¿la pereza?…
Mi percepción al respecto es que los patrones de respuesta sexual masculina y femenina se están acercando, e igual que hay consenso científico en admitir, que el patrón del deseo de la mujer con pareja estable es más bien receptivo, dónde los factores de intimidad y calidad erótica y emocional de la pareja son fundamentales, en los hombres este patrón también está apareciendo. Hay hombres, cada vez más, que responden a la aproximación de la pareja pero manifiestan menos veces deseo espontáneo para tomar la iniciativa.
El estrés, el cansancio, la competitividad laboral, la ansiedad…influyen en el deseo espontáneo del hombre con pareja estable. También el tener siempre que tomar la iniciativa, les cansa, desean ser deseados y que se les busque.
Otro factor que se podría tener en cuenta es el tipo de pareja, entre las parejas jóvenes, no es infrecuente encontrar el tipo de “pareja fusional”, aquella pareja que son tan parecidos y hacen cosas tan parecidas que pierden la empatía y la atracción sexual y por ende el deseo hacia el otro.
Los hombres y las mujeres somos iguales y a la vez diferentes, y eso es importante.
Después de reflexionar sobre las diferentes causas implicadas, otro aspecto importante es que la repercusión que el bajo deseo masculino tiene en la pareja, y la vivencia es mucho peor que en el caso del bajo deseo femenino. Se sigue teniendo la idea de que el hombre siempre está dispuesto, y si no es así es porque no hay atracción, sin contemplar otros factores externos que muchas veces son determinantes.
Y para acabar estas reflexiones podemos decir que las líneas de actuación, que se utilizan en la actualidad, para tratar esta disfunción sexual con hombres son parecidas a las que utilizamos con las mujeres, siempre se han de descartar problemas hormonales o reacciones secundarias a otra disfunción como problemas de erección o eyaculación rápida, percepción de pocas habilidades eróticas que provocan inseguridad. Trabajar las fantasías y estimulaciones eróticas, la obligación de cumplir, dedicar tiempo a recuperar la atracción erótica y el placer compartido.
Muchas veces el bajo deseo es con la actividad compartida, no con la masturbación. Es más cómodo en ocasiones que gestionar el compartir sexo, pero ¿es lo que realmente queremos? Es importante, y mucho el placer conseguido con una actividad sexual, pero ¿no lo es más compartida, aunque haya que gestionar y consensuar más?