La frecuencia y el disfrute sexual están asociados con tener una vida más larga, por lo que ahora sabemos que mantuvo tanto tiempo vivo al patriarca hebreo, ciertamente los años que Matusalén vivió son una forma de explicar la longevidad.
El sexo nos permite vivir más allá de nosotros mismos y hace que sea posible que nuestra especie se persevere. Es una de las fuerzas más potentes de la conducta humana. Aunque la cultura , la religión y la educación se ha encargado de hacer de esta fuerza algo confuso y frustrante.
Investigaciones recientes demuestran que el acto sexual no sólo es importante para la perseverancia de la especie sino que también lo es para la supervivencia personal.
Estudios hechos a más de 10000 hombres han demostrado que las personas que no se sienten amadas y que no tienen goce y frecuencia sexual tienden a vivir menos años en comparación a los que si disfrutan libremente del ejercicio de la sexualidad.
La actividad sexual en conjunto del amor brinda mayor bienestar, ya que facilita la longevidad y mejora el sistema inmunológico, el estado de ánimo, la gestión del dolor, la salud sexual y reproductiva. Las relaciones sexuales son una forma preventiva del infarto cardiaco y el cáncer.
El contacto físico aumenta la hormona oxitocina, la cuál estimula la confianza y baja los niveles de cortisol, la hormona segregada cuando vivimos bajo estrés crónico.
La actividad sexual satisfactoria afecta en la vida de pareja, ya sea para ganar beneficios o para mermar una vida sana y plena.
Ted Mcllvenna observo la vida sexual de 90000 adultos y descubrió que las personas sexualmente activas obtenían menos bajas laborales por enfermedad y disfrutaban más de la vida.
Es importante que no sólo vinculemos el sexo con embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, sino también conozcamos los beneficios que éste nos brinda.
Dejémonos de telarañas mentales sobre el sexo, y utilicemos esa fuerza para sanar nuestra vida, buscar la plenitud y vivir más tiempo disfrutando de las personas con quienes compartimos y de nosotros mismos.
El sexo no es sólo lo que nos han dicho, desliguemos el pecado, la prohibición, la enfermedad del sexo, pues es sexo es para sanar.
Adriana González Piña
Muy interesante. Gracias Doctora Gonzáles