Yo quiero tener hijos y mi pareja no

Cómo gestionarlo sin romper la relación de pareja

Saber negociar es sentir que nadie ha perdido, es saber gestionar de una manera adecuada las diferencias, respetar las ideas y necesidades de los otros, y esto sigue siendo en muchas ocasiones una asignatura pendiente.


Hoy hablaremos de cómo se gestiona una situación que puede complicar mucho la relación de pareja, de hecho, lo hace y cada vez con más frecuencia. Parejas en las que uno quiere tener hijos y el otro no.
Empecemos por las posibles causas que hacen que esta situación esté aumentando entre las parejas. Es evidente que son múltiples, pero partimos de que actualmente, el imperativo de tener hijos no es el objetivo y menos en el momento presente de muchas parejas, muchas personas no tienen la necesidad ni “la obligación social” de tener hijos, la existencia de autonomía económica, la carrera profesional, los vínculos relacionales más líquidos, la sensación de temporalidad o la necesidad de vivir día a día, son elementos que influyen en esa decisión. Los estilos de vida han cambiado y hay personas en las que simplemente no encaja en su estilo de vida la paternidad o maternidad.
¿Ocurre lo mismo en hombres y mujeres? En el caso de las mujeres, es un poco diferente, porque llega un momento en que el reloj biológico influye, al menos, en la reflexión. El hombre no tiene esta presión, y siempre se otorga más tiempo para la reflexión o la decisión.
Pero, ¿qué pasa si uno de los dos quiere y el otro no? La comunicación es fundamental para que la pareja funcione. Todas las parejas han de pasar por procesos en que han de consensuar discrepancias, hay algunas de estas discrepancias que son asumibles o toleradas sin que eso afecte a la relación porque se consideran que no demasiado importantes, hay otras que necesitan consenso y negociación y que si se resuelven bien acaban consolidando la relación de pareja, y hay otras que desgraciadamente llegan a ser incompatibles, éstas suelen tener que ver con valores o proyectos de vida muy definidos y que de los que no se está dispuesto a cambiar. La decisión de tener hijos en un momento determinado puede estar entre estas dos últimas. Si es el último caso entonces será muy difícil de resolver.
En algunas ocasiones estas parejas recurren a terapia ¿Cómo se abordan desde la terapia estos casos?
La terapia ayuda a que cada uno de los miembros de la pareja exponga abiertamente ante su pareja lo que significa para él o ella la decisión.
Se orienta para que cada una de las personas sea capaz de entender las razones del otro, aunque no las comparta.
En ocasiones es necesario trabajar con cada uno de los miembros de la pareja lo que hay detrás de ese deseo o motivación (miedos, expectativas, frustraciones, etc.) desde los diferentes planos, el cognitivo, el emocional y el sensorial. Este trabajo y reflexión individual es muy importante para que la persona pueda decidir lo que quiere hacer en ese momento.
Es muy importante el respeto al otro y no juzgar ni reprochar, no podemos olvidar que el enamoramiento y la pasión iniciales, pueden hacernos pensar que la otra persona cambiará o la haremos cambiar porque nos quiere. Y la realidad es que la persona cambia cuando quiere y necesita ese cambio.
¿Suelen ser eficaces esas terapias?, esta es una duda bastante común entre las personas que se plantean pedir ayuda.
La comunicación de la pareja en estos temas en ocasiones no es muy efectiva, miedos, expectativas, incertidumbres no ayudan y por eso puede ser necesario acudir a un profesional.
En terapia, el trabajo que se realiza es profundizar en la comunicación, en la empatía y en el respeto y eso siempre beneficia la interacción personal. Esto no significa que siempre se llegue a una solución que le permita a la pareja continuar siendo pareja, hay casos en que no se llega a un consenso y la pareja decide separarse, esto suele ocurrir cuando la pareja se hace consciente de que mantener una relación basada en ilusiones de cambio y no en hechos, es cada vez más frustrante. Esta separación trabajada suele ser mucho menos cruenta.
Es fundamental reconocer que la decisión de maternidad o paternidad es personal y no se debe tomar esa decisión por deseo de otras personas o por miedo a que la relación se rompa.
Tomar esa decisión sin tenerlo claro, provoca malestar y frustración como consecuencia de necesidades o deseos no cumplidos que deterioran una relación de pareja.
Es posible que en el futuro se vayan incorporando soluciones que puedan ser asumidas o incorporadas de una manera asertiva por la pareja como la maternidad o paternidad monoparental dentro de la relación, u otras ya que las maneras de relacionarse y vincularse amorosamente entre las personas están cambiando. De todas formas, todas ellas pasarán por la comunicación.

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Audio del programa «Las mañanas de pe a pa», seccion Asignatura Pendiente

Francisca Molero Rodriguez

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